Para que tú me oigas bien pegaré mis labios a tu oído
para que no se pierdan las palabras en el olvido,
como las huellas de las gaviotas en las playas,
cuando pierdes la vista en el horizonte y te olvidas
del motivo que te impulsó a seguirlas...
Como pañuelos blancos de adiós viajan las nubes,
y en el más estricto y riguroso silencio mueven las hojas
leyendo sólo para mí los versos más bellos de Pablo Neruda...
En su llama mortal la luz la envuelve.
Más pálida que nunca veo a mi amada.
Su vida se me escapa de las manos,
y aunque no quiero dejarla marchar
su alma ya se va de mi lado
a la tierra de los muertos, allí es donde descansara...
Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos,
contemplarte con estos ojos de manera eterna yo quisiera,
saciando una sed que nunca acaba, porque mi boca a tus besos
quiere estar enganchada. Y es ahí donde mi sueño empieza
con mis pupilas pegadas a tus rodillas, y mis yemas a tu piel...