La puerta se abrió y allí estaba mi padre, y al tenerlo delante de mis ojos sentí de inmediato el chasqueo de mis dientes moliéndose entre sí, siendo rechinados por mis mandíbulas bajo la fuerte presión de la angustiosa y sofocante sensación de mirarle a la cara sin poder desviar mis pupilas para no verlo. Su espectral imagen se apareció ante mí de la nada a pesar de llevar ya algún tiempo muerto...
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Dos metros bajo tierra
Un saludo.
Akasha Valentine Escritora y Poeta.