El sonido de la música parecía estar siempre dispuesto a reverberar en las duras paredes revestidas con escasas pinturas y llamativas telas. Las voces se superponían unas sobre otras, y todo cuanto se podía oír eran los murmullos de los demás invitados que impedían entender con claridad lo que uno intentaba explicar a su compañero de al lado. Ela desvió la mirada al mismo tiempo que yo volvía la mía en la misma dirección que ella, y sin vernos, sabíamos que mirábamos lo mismo...
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Ela y yo
Un saludo.
Akasha Valentine Escritora y Poeta.
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