El joven y único pupilo que le quedaba introdujo la burda llave de hierro en el interior de la cerradura y la hizo girar tres veces antes de mover la pesada puerta de madera que daba acceso a la casa estudio de maestro.
El médico del pueblo le seguía muy de cerca, sin decir nada, pero pronto se hizo evidente de que algo iba mal: como un invitado inesperado su nariz se topo con el inconfundible aroma a muerte rascando la punta de sus orificios nasales.
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EL MAESTRO.
Un saludo.
Akasha Valentine Escritora y Poeta.
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