Dormí y no descansé. Me despertó el embustero sueño que está viviendo. De inmediato froté la yemas de mis dedos contra mis ojos y plisé en este rutinario acto las arrugas de mis mejillas. Desvelado a las tres de madrugada, fui consciente de que aún seguía durmiendo en una cama extraña en un país extranjero, y exhalé el cálido aliento que aún retenía en mi boca, dejando sólo en mi lengua el sabor de los labios de la última chica a la que besé...
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Café des Amateurs
Un saludo.
Akasha Valentine Escritora y Poeta.
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