Con las mejillas aún sofocadas, la boca reseca y los puños cerrados, Thomas decidió ponerle fin de una vez por todas a aquella absurda discusión con su primo y aventurarse a desmentir lo que él con tanto fervor afirmaba como una verdad absoluta.
- Yo iré primero. - Y arrebatándole la linterna casi de las manos, Amadeo tomó el control de la situación. - Al fin y al cabo soy el mayor de los dos.
Thomas se sintió aún más molesto, y el rechinar de dientes le provocó un intenso dolor de mandíbula.
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¿Quién vive en mi desván?
Un saludo.
Akasha Valentine Escritora y Poeta.
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