Me mantuve despierto desde el anochecer hasta el alba, al amparo de una tenue luz cálida, que aún candente mantenía de manera continuada su brillo y su luz, pues no podría haber estado trabajando de otra manera que no fuese bajo el cobijo de un par de velas recogidas en candiles de cristal serigrafiados con frases célebres a las que nunca presté demasiada atención.
Lectura completa en:
El prisionero del tiempo
Un saludo.
Akasha Valentine Escritora y Poeta.
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