No podían ni mirarse a los ojos sin llegar a sentirse ruborizados y el uno temía que el otro pudiera oír los latidos de su acelerado corazón y revelara sin palabras cómo se sentían, así que hablaban de banalidades con el único fin de obligar a sus pensamientos a ser más racionales. Pero cuando Carlos se levantó del suelo y abrazó a María por sorpresa ella sintió que el aire se endulzaba con su olor y no pudo evitar decirle: Me gustas...
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ESTAR A TU LADO.
Un saludo.
Akasha Valentine Escritora y Poeta.
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