El suave roce de sus dedos, el templado tacto de sus yemas, no hicieron justicia al abrasador beso que sus labios dejaron en mi boca. Podíamos haber ocupado todas las horas de la noche hablando de tantas cosas, pero no lo hicimos, porque apenas nos quedaba tiempo suficiente para dar cabida a las caricias que ya se deslizaban...
Lectura completa en:
Cuando la nieve se derrita
Un saludo.
Akasha Valentine Escritora y Poeta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario