Viéndola sin ser visto, de manera contemplativa, la miré cuando entró en el café y al seguirla con mis propias pupilas observé con detalle cómo llegaba a sentarse sola en una mesa junto a la ventana. Tenía una mirada esquiva, y aunque mi cabeza insistía en que no debía de mirarla, no podía dejar de verla. Sin punta al final del lápiz, no pude describirla como me hubiese gustado en los renglones de mis hojas de papel vacías...
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Rubor y nada más
Un saludo.
Akasha Valentine Escritora y Poeta.
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