Podía haber cerrado los ojos y haber fingido que dormía el más perfecto de todos los sueños, pero por más que lo intentaba mis párpados no se cerraban y no conseguía dormirme porque temía que si lo hacía las escasas horas que precederían al amanecer se escaparían de nuestro lado tan pronto como hubiese abierto los ojos a un nuevo día, así que me quede a su lado, velando al silencio torpemente interrumpido por el sosegado y tranquilo sonido de su respiración...
Lectura completa en:
Hasta que nuestro sueño se acabe.
Un saludo.
Akasha Valentine Escritora y Poeta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario