El viejo y huraño señor Shüsther, vecino de mis padres desde hacía más de treinta años, había fallecido por causas desconocidas, dejando como único legado a su único pariente vivo una vieja mesa carcomida con un amplio cajón atascado y una antigua cámara de fotos colocada encima de ella, que a mi juicio no era otra cosa que un trasto inútil e inservible con el que no se podrían llegar a sacar más de uno o dos dólares en un mercadillo vecinal...
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Almas atrapadas
Un saludo.
Akasha Valentine Escritora y Poeta.
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