Se erguían dando tumbos con sus grandes zapatos de tacón, y entre risas llenaban el vacío espacio que había dejado el silencio en el angosto callejón por el que debían cruzar si querían llegar a tiempo para alcanzar el último metro. Nada pues debían temer, pues iban juntas, con sus brazos entrecruzados, sosteniéndose mutuamente. Los gestos de complicidad entre aquellas dos buenas amigas abatían el nerviosismo que el miedo pudiera generar en sus corazones. La más pequeña de las dos iba algo más embriagada que la mayor, y le pidió a su amiga que le diera un breve instante para recuperar las fuerzas antes de seguir caminando...
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EL VAMPIRO DE CLEAVER STREET
Un saludo.
Akasha Valentine Escritora y Poeta.
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