Emily Rostwom sonreía felizmente, porque esta vez sí que tenía motivos para hacerlo, mientras sostenía entre sus manos su taza de flores rosas preferida. El intenso y fuerte olor a té inundaba la cálida estancia cuyas paredes estaban forradas de fotografías y libros. En el centro de una de dichas paredes había una señorial chimenea del siglo XVIII que en aquellos momentos estaba encendida...
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La muerte sonríe.
Un saludo.
Akasha Valentine Escritora y Poeta.
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