Al apretar con fiereza la taza comprendió que el calor residual ya había comenzado a extinguirse, lo cual no fue un alivio sino más bien un pesar, porque aún le quedaba demasiada bebida en el interior del recipiente como para ser bebida de un solo trago, por lo que pensó que había sido un auténtico desperdicio de dinero el haberse gastado tantas monedas en una bebida de consumo inusual en un país extranjero...
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Un extranjero más
Un saludo.
Akasha Valentine Escritora, articulista y poeta.
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