El frenético frenesí no cesó, no apeló a la razón, cuya insistente insistencia le motivaba a cesar en su empeño por mover cada diminuto grano de arena que revolvía personalmente con las falanges empleando sus propios dedos como palas metálicas. La desazón agraviaba sus pensamientos: Evelyn estaba sufriendo...
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El último latido
Un saludo.
Akasha Valentine. Escritora, articulista y poeta.
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