Con el sueño aún en mis ojos, y con la vista aún sin fijar, anduve sin pararme a pensar por qué debía caminar, y sin embargo, a pesar de que este hecho me resultaba algo irónico, seguí andando como si nada ocurriera, pues mis pies no podían pararse a descansar, estaban demasiado incentivados por seguir ese juego hasta el final del camino, lo que me hizo plantearme que yo nunca podría alcanzar esa inquieta idea que en el interior de mi cabeza se había implantado como un pensamiento real y posible. Conseguí arrancar del suelo una segunda segunda pisada; esta vez alcancé a ver la motivación de seguir adelante...
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Cuando te encuentre
Un saludo.
Akasha Valentine. Escritora, articulista y poeta.
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