Al traspasar el umbral de la puerta se percató de que la mansión parecía estar sumida en un aletargado sueño del que parecía imposible despertarla. Los amplios ventanales apenas entre dejaban entrar algún resquicio de luz, porque alguien se había molestado en cubrirlos casi por completo con las grandes y pesadas cortinas que majestuosamente colgaban de los techos. Los zapatos de la niña resonaron, sí, porque sin darse cuenta había pisado con demasiada fuerza las baldosas del suelo...
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Silencio muerte, silencio
Un saludo.
Akasha Valentine Escritora y Poeta.
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