Hundió el pincel en el interior del recipiente cristalino y de manera casi automática las hebras pigmentaron el traslúcido fluido transformándolo en un líquido parduzco oscuro. Los pigmentos oleosos, anteriormente adheridos a las cerdas, ahora podían verse flotar en la parte superior del vaso que descansaba junto a una mesa atiborrada de objetos, casi todos ellos desgastados ya por el uso diario al que habían sido sometidos desde hacía ya más de un año. En igual estado podía encontrarse el paño que, sostenido entre sus dedos...
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Sé sólo mía
Un saludo.
Akasha Valentine. Escritora, articulista y poeta.
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