Lo abofeteó. La picazón gestada en la yema de sus dedos aún hormigueaba en las puntas de sus articulaciones. No estaba del todo segura de si a él le habría afectado de la misma manera, pero desde luego a ella le dolía terriblemente la palma de la mano; tanto era así que la retiró sutilmente para poder apoyarla contra la tela rojiza de su vestido con el fin de evitar que el tembleque que sufría fuera demasiado evidente para él y se percatara de que su proeza sólo había sido a consecuencia de un terrible error llevado a cabo por un momento de locura transitoria...
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Pasión doblegada
Un saludo.
Akasha Valentine. Escritora, articulista y poeta.
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