El inmóvil cadáver tenía tinta en la yema de sus dedos. La policía fotografió las puntas con precaución. La mesa en la que descansaba su cabeza estaba despejada, limpia de papeles y de objetos de oficina con los que hubiera podido imprimar sus huellas dactilares.
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Manchas de tinta.
Un saludo.
Akasha Valentine Escritora y Poeta.
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