La fuerza de su mano tapando la boca de su hija llegó a provocar un tambaleamiento que no acabó en caída. Pegó su dedo indice contra sus labios y le hizo el gesto de que guardara silencio. Lo único que no quería oír era a lo que más necesitaba prestarle atención, y con los cinco sentidos puestos en cada una de las puertas y las ventanas de la casa...
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No digas su nombre.
Un saludo.
Akasha Valentine Escritora y Poeta.
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