Fue un alivio sin medida, una sensación placentera el hecho de haber gritado hasta quedarme sin aliento. Ese ojo de buitre al fin ya no me mira. Ha dejado de examinarme y su color azul pálido ya no me causa nerviosismo. Está muerto, yo lo maté, yo mismo ayudé a levantar los tablones del suelo. Por fin puedo descansar...
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Los muertos también susurran.
Un saludo.
Akasha Valentine Escritora y Poeta.
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