Al otro lado de la valla vi a James, tal y como me lo había prometido. No volví la vista atrás ni me detuve a contar las baldosas de piedra, ni tan siquiera me llevé conmigo la sensación de añoranza que se crea en el hogar en el que has vivido. Con mi maleta aún sujeta con fuerza abandone el orfanato en el que había estado viviendo para empezar una nueva vida. Al pasar el umbral de la puerta del hospicio los brazos de James me rodearon y su boca me cubrió de besos. Y me sentí llena y reconfortada al mismo tiempo...
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Un saludo.
Akasha Valentine Escritora y Poeta.
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