Inconscientemente se llevó la mano contra la cara, pero el cosquilleo no cesó, por lo que siguió moviéndose con el fin de apartar la molesta sensación de su rostro. Nunca le había costado quedarse dormido, pero cada vez estaba más lucido que somnoliento, así que habló en sueños pidiéndole a su mujer que se estuviera quieta...
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Ocho patas
Un saludo.
Akasha Valentine Escritora y Poeta.
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