Cuando las manecillas del reloj se encontraron al filo de la medianoche, la mente de John evocó a la remembranza y en el único sueño que tuvo durante las escuetas horas que dura la nocturnidad volvió a ver a su preciosa Shally, quizás más bonita que nunca. Pues la recordó llena del brillo y el color de la mañana, con los cabellos aún despeinados y ladeados hacia el lado contrario de su forma natural, con una taza blanca entre las manos y una pícara sonrisa adormecida por la falta de sueño en los labios.
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CARTAS A MI CIUDAD DE NASHVILLE
Un saludo.
Akasha Valentine Escritora y Poeta.
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