Oyó por casualidad el nombre de la calle, y enseguida fue consciente de a qué lugar se referían. No podía quedarse allí quieta y escuchar sin más su conversación, así que se esforzó en trazar un plan para poder enterarse de qué estaban hablando. Corrió hasta su mesa y sacó del interior de su escuche diversos lápices de colores sin punta. Volvió a la papelera y tuvo que hacerse un hueco para seguir oyendo, sin embargo fue golpeada por sus compañeras y a duras penas pudor oír lo que decían....
Lectura completa en:
El pozo de los deseos
Un saludo.
Akasha Valentine Escritora y Poeta.
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