El busto de Palas era rígido y frío, con una expresión de dureza y crueldad en sus ojos pétreos, los cuales le observaban desde una posición privilegiada retorcerse en el viejo sillón orejero. Tenía una sed que lograba quemar su boca y hacer arder en llamas su garganta, y de su estómago ni hablemos, pues interiormente la úlcera a la que tantos años había conseguido mantener a raya ahora volvía a azotarle con una ferocidad indomable...
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La víspera de Navidad.
Un saludo.
Akasha Valentine Escritora y Poeta.
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