Parpadeó, pero a sus ojos les costaba acostumbrarse a la oscuridad. La presión de los pulmones se hizo levemente soportable, pero aún así no pudo contener las ganas de toser, y lo hizo de forma involuntaria. Voces y pisadas procedentes del exterior se oían y reverberaban pero él se mantuvo callado con las manos quietas sobre su cuerpo, intentando omitir la horrible sensación nauseabunda que golpeaba la boca de su estómago...
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El otro lado de la mirilla
Un saludo.
Akasha Valentine Escritora y Poeta.
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