Tenía la mitad de su cuerpo apoyado contra la pared, el pelo enmarañado, la bata de trabajo sucia y su ropa apestaba. Las facciones de su cara no reflejaban la juventud de su rostro y además estaba descolorida y demacrada. Pero nadie podía culparla, había hecho todo cuanto estaba en sus manos por salvar aquel paciente, y ahora sólo le quedaba reponerse y pasar página...
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La niña del vestido azul
Un saludo.
Akasha Valentine Escritora y Poeta.
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