Tomé la mano de mi prima pequeña Yvhina y le pedí que me acompañara en silencio. Hubiese sido un problema dejarla en el salón con los demás adultos, ya que enseguida habría ido a buscarme y no quería que me molestasen. Hoy era el día perfecto para poder entrar en el cuarto de papá y mamá sin que me pusieran demasiadas trabas por intentar ver más allá del escueto rabillo que deja la línea de la puerta antes de cerrarse...
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El joyero de mamá
Un saludo.
Akasha Valentine Escritora y Poeta.
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